Como todo el mundo sabe, existe desde no hace mucho tiempo una alternativa nueva a WhatsApp llamada Telegram.
Aunque el usuario pueda pensar que es lo mismo pero simplemente con otro color, la realidad es que las diferencias entre ambos servicios es muchísimo más que un simple cambio de color.
WhatsApp apostó desde el principio de su existencia por un protocolo cerrado, nunca se ha publicado ninguna API para poder interactuar con su servicio desde fuera de su aplicación, ni especificaciones sobre dicho protocolo, ni mucho menos fuentes de la aplicación para smatphones.
Telegram, desde el principio ha cogido el camino contrario. Ha publicado su API y ha publicado los códigos fuente de sus aplicaciones, que por cierto, a diferencia de WhatsApp (que sólo funciona en smartphone) functionan en multitud de plataformas: Android (smartphone y tablet), iOS (smartphone y tablet), Windows, Mac, Web, etc...
Otra diferencia es que las conversaciones de Telegram se almacenan en la nube, no en el dispositivo, de manera que si accedemos a nuestra cuenta desde la web veremos nuestras conversaciones tal cual las teníamos en el smartphone y viceversa.
Existen más diferencias. En Telegram podemos enviar ficheros del tipo que sea, de modo que si el teléfono no sabe interpretarlo, nos permitirá guardarlo para usarlo como más convenga. Cosas tales como apps, ficheros binarios de cualquier tipo, además de fotos, videos...
Por si todo esto fuera poco, (con los clientes multiplataforma y la publicación de su API y source code a mí me bastaba para verlo como una mejor opción que WhatsApp) resulta que es gratis y aseguran que siempre lo será. Además de libre de publicidad. Y para rematar la faena cifra los mensajes para evitar miradas indiscretas en nuestras conversaciones, justo lo contrario que WhatsApp, sobre todo ahora que lo ha comprado Facebook.
En definitiva, en mi opinión, Telegram es un producto netamente superior a WhatsApp. Es el WhatsApp que todos hubiéramos soñado. Evidentemente recomiendo su uso y aunque se use más o menos recomiendo que se instale, es la única forma de romper la barrera que plantea el uso de una herramienta diferente a la que actualmente es la más usada.
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